.

Si vosotros no ardéis de amor, habrá mucha gente que morirá de frío.

domingo, 1 de mayo de 2011

Yo sí.


Haz un esfuerzo y métete a fondo en la situación. Imagina que es de noche, una noche en la que un mísero supiro sonaría como el rugido de tres cañones. Y entonces me ves, y no puedo dominarme. Imagina que me acerco, que me aferro a tí, que nuestros rostros y cuerpos se sitúan uno frente al otro. Que estoy cerca, demasiado cerca para pensar con claridad. El espacio se va disipando tan rápido que el aliento se te hiela, los centímetros van menguando, siete, cinco, tres, dos centímetros de tus labios. Mis manos titubean un momento, pero suben despacio y apasionadamente por tu espalda, por tu cuello, mis dedos comienzan a enredarse en tu pelo, trazando cada bucle a la perfección. Imagina que tan sólo estamos tu y yo, solos, nadie a nuestro alrededor. Y yo te atraigo hacia mí, hacia mi cuerpo con un brutal gesto apasionado, y pasamos a medir las distancias en simples milímetros. A estas alturas ya deberías sentir mi respiración entrecortada contra tu cuello, ya deberías escuchar cómo te lo digo al oído. Imagina que quiero besarte lentamente, que quiero abrazarte para no soltarte jamás, que quiero tenerte, y que tengo unas ganas inmensas de que no te vayas, de que no me rechaces, de estar contigo, de tocarte, tenerte, sentirte cerca, mirarte y saber a través de tus ojos que esto es para siempre. De que me digas con la mirada lo que no somos capaces de expresar con las palabras. Tengo ganas de contarte, de enseñarte cosas que sólo a ti puedo confesarte. Imagina que quiero mostrarte esas cosas que nadie conoce, esas que solo tú puedes saber. Dime que harías.
-¿Has amado alguna vez a alguien hasta llegar a sentir que ya no existes? ¿Hasta el punto en el que ya no te importa lo que pase? ¿Hasta el punto en el que estar con él ya es suficiente, cuando te mira y tu corazón se detiene por un instante?

No hay comentarios:

Publicar un comentario