.

Si vosotros no ardéis de amor, habrá mucha gente que morirá de frío.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Debo admitir que me moría por ser la reina de tus labios.


Se acercaba a mi cuerpo remolónamente como un pensamiento ignorante de que yo siquiera me percataba de ello. Podía oír, en un mísero susurro, el palpitar de su corazón a unos reducidos centimetros, golpeando al son del reloj que cada noche oía en la oscuridad de mi cuarto. Su aliento comenzaba, lentamente, a clavárse en mi nuca, un aliento de lo más confortable que jugaba a enrrederarse entre cada uno de los mechones de mi pelo. Debo admitir que me gustaba demasiado, que le quería como nunca quise a nadie, que ardía en deseos por que el tiempo se congelase, por quedar aferrada a su mano, el resto de la eternidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario