.

Si vosotros no ardéis de amor, habrá mucha gente que morirá de frío.

jueves, 9 de junio de 2011

Memorias de un alma perdida.


El día se estaba acabando, se notaba en cada una de las pupilas apesadumbradas que se apretaban en aquel lugar. Apenas en unas horas, podríamos dar nuestro sueño por acabado, alejandonos para siempre de aquello que tanta consternación había creado en nuestros corazones. Notaba como eran demasiadas cosas las que nos unian, y solo un par las que nos separaban, pero, con un profundo pesar en el pecho, que aún consigue resquebrajar mis sueños, tuve que admitir que en cierto modo, estos dos incombenientes hacían que todo aquello que deseaba quedase tan lejos de mis límites... En aquel momento no me quedaba más que disfrutar de ese instante, no más de una hora y media, y soñar conque algún día conseguiría vivir mi vida con la total libertad que había alcanzado y que me negaba a soltar. Pero, ¿de qué me servía pensar en eso? ¿De qué me servía martirizarme con algo que me quedaba tan lejano? Asentí interiormente a aquellas dos preguntas, sabiendo la respuesta a la perfección. Dejé que mi mirada revoloteara un poco más por mi alrededor, y, como no, no tuvieron mejor escusa que un trayecto rectilíneo para posarse sobre sus labios, sobre su pelo y sus ojos, sobre él. Me abatía la idea de tener que decir adiós, me dolía demasiado saber que le quería y que no podía hacer nada por acercarlo unos centímetros más a mi cuerpo. Pero, eso fue todo, me quedé quieta, pensando en lo que nos depararía el futuro, mirándonos en silencio y sintiéndo como el alma se me rompía en tiras. ¿Qué qué sentí? Dolor, sólo dolor, pero el dolor más bello que te puedes llegar a imaginar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario